Audiovisión

AUDIOVISIÓN. Textos extraídos y adaptados de "Audiovisión", Michel Chion. Paidos, Madrid. 1992

Wednesday, April 27, 2005

Valor añadido

Valor Añadido: Definición

Por valor añadido designamos el valor expresivo e informativo con el que un sonido enriquece una imagen dada, hasta hacer creer, en la impresión e inmediata que de ella se tiene o el recuerdo que de ella se conserva, que esta información o esta expresión se desprende de modo “natural” de lo que se ve, y está ya contenida en una sola imagen. Y hasta procurar la impresión, eminentemente injusta, de que el sonido es inútil, y que reduplica la función de un sentido que en realidad aporta y crea, sea íntegramente, sea por su diferencia misma con respecto a lo que se ve.
Este fenómeno del valor añadido funciona sobre todo en el marco del sincronismo sonido/imagen por el principio de la síncresis (tema que veremos más adelante), que permite establecer una relación inmediata y necesaria entre algo que se ve y algo que se oye.
En particular, todo lo que en la escena es choque, caída, explosión más o menos simulados o realizados con materiales poco resistentes, adquiere por medio del sonido una consistencia, una materialidad imponentes.
Pero en primer lugar, en el nivel más primitivo, el valor añadido es el del texto sobre la imagen.

Valor añadido por el texto: Vococentrismo y verbocentrismo

Formular que el sonido en el cine y el teatro es mayoritariamente vococentrista es recordar que en casi todos los casos favorece a la voz, la pone en evidencia y la destaca de entre los demás sonidos. En el cine la voz es lo que recoge, en el rodaje, la toma de sonido, que es casi siempre de hecho una toma de voz; la voz es lo que se aísla en la mezcla como instrumento solista del que los demás sonidos, músicas o ruidos, no serían sino el acompañamiento.
Igualmente, lo esencial del perfeccionamiento tecnológico aportado a la toma de sonido en los rodajes (invención de nuevos micrófonos y nuevos sistemas de registro) se ha concentrado en la palabra.
Pues, por supuesto, no se trata de la voz de los gritos y de los gemidos, sino de la voz como soporte de la expresión verbal. Y lo que se persigue es obtener al registrarla no es tanto la fidelidad acústica a su timbre original como la garantía de una inteligibilidad sin esfuerzo de las palabras pronunciadas. El vococentrismo del que hablamos es, pues, casi siempre, un verbocentrismo.
Pero si el sonido en el cine y el teatro es voco y verbocentrista, es ante todo por que el ser humano, en su conducta y sus reacciones cotidianas, también lo es. Si en cualquier ruido cercano procedente de su ambiente oye unas voces en medio de otros sonidos (ruido del viento, música, vehículos), son esas voces las que captan y centran en primer lugar su atención. Seguidamente, en rigor, si las conoce y sabe muy bien quien habla y lo que aquello quiere decir, podrá apartarse de ellas para interesarse por el resto.
Si estas voces hablan en una lengua que le es accesible, busca primero el sentido de las palabras, sin pasar a la interpretación de los demás elemtneos hasta que esté saturado su interés por el sentido.




Valor añadido por la música

1.- Efecto empático y anempático
Hay dos maneras de crear en el teatro y el cine una emoción específica en relación con la situación mostrada.
En una la música expresa directamente su participación en la emoción de la escena, adaptando el ritmo, el tono y el fraseo, y eso, en función de códigos culturales de la tristeza, de la alegría, de la emoción y del movimiento. Podemos hablar entonces de una música empática.
En la otra, muestra por el contrario una indiferencia ostensible ante la situación, progresando de manera regular, impávida e ineluctable, como un texto escrito. Y sobre el fondo mismo de esta “indiferencia” se desarrolla la escena, lo que tiene por efecto, no la congelación de la emoción, sino, por el contrario, su intensificación. De este último caso, que puede denominarse anempático , se derivan en especial las innumerables música de organillos, de cajitas musicales cuya frivolidad e ingenuidad estudiadas refuerzan en las escenas la emoción individual de los personajes y del espectador en la medida misma en que fingen ignorarla.
Este efecto de indiferencia se utilizaba ya sin duda en la ópera, cuando la emoción era tan fuerte que helaba las reacciones de los personajes y provocaba en ellos una especie de regresión psicótica: el efecto de locura, la música que se repite como meciéndose. En la actualidad el efecto anempático ha adquirido tal importancia que impulsa a creerlo íntimamente relacionado con la esencia de la escena: su mecánica oculta.
En el caso del cine, toda película procede, en efecto, de un fluir indiferente y automático, el de la proyección, que provoca en la pantalla y en los parlantes simulacros de movimientos y de vida, y este fluir debe ocultarse y olvidarse. ¿Qué hace la música anempática sino desvelar su verdad, su aspecto maquinal? Ella es la que hace surgir la trama mecánica de esta tapicería emocional y sensorial.
Hay también, finalmente, músicas que no son ni empáticas ni anempáticas, que tienen o bien un sentido abstracto, o una función de presencia, un valor de poste indicador y, en todo caso, sin resonancia emocional precisa.

2.- Ruidos anempáticos

El efecto anempático, la mayoría de las veces, concierne a la música, pero puede utilizarse también con los ruidos: cuando por ejemplo, en una escena muy violenta o tras la muerte de un personaje, sigue desarrollándose un proceso cualquiera (ruido de una máquina, zumbido de un televisor, chorro de una ducha, etc.) como si no pasara nada , por ejemplo en Psicosis, de Hitchcock.

2 Comments:

Blogger Rominitap Moon said...

estaba leyendo justamente el libro de Chion xD

12:42 AM  
Blogger Marcos Gabriel Bolda said...

Es medio rebuscado para explicar Chion.

7:26 AM  

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